viernes, 9 de octubre de 2009

descubrimientos siglo xx

LAVADORA (1901)
La primera lavadora eléctrica apareció en 1901, gracias a Alva Fisher, aplicando un motor hizo girar un tambor incluyendo agua y jabones. El uso de la lavadora se popularizó cuando la electricidad se convirtió en un servicio de uso común. Algunos modelos actuales dejan la ropa lavada y seca poseen programadores de tiempo y sensores que controlan la velocidad y temperatura el consumo.

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ASPIRADORA (1901) En 1901 se produjo una aspiradora que necesitaba a dos personas para funcionar: una movía un fuelle para hacer el vacío para absorber el polvo y otra movia el aparato por el suelo. En 1908 William Hoover diseñó las primeras aspiradoras eléctricas que, en un principio, fueron usadas sólo en las industrias. Años después, llegarian a las casas.
TRACTOR (1907) El tractor significó para el campo el ingreso a la era moderna. Con el uso de ésta máquina se consiguio hacer posible, en pocas tiempo, el trabajo de varios días. En 1907 Henry Ford empezó a fabricar tractores en serie con piezas de automoviles, a los que llamo Fordsons, tuvieron gran éxito y fueron exportados a Europa después de la Segunda Guerra Mundial.
LA CREMALLERA (1912) El funcionamiento de la cremallera aunque nos parezca algo muy sencillo, no lo fue al principio, las primeras producciones de cierres estaban muy alejadas de lo que son ahora. En 1912 Gideon Sundback perfeccionó este invento y lo lanzó al mercado un año después. Hoy existen infinidad de modelos sobre todo para la industria textil para pantalones, cazadoras, botas.
BOMBILLASExactamente no se puede hablar del inventor ni del momento exacto del descubrimiento de la bombilla o foco. En los primeros años se utilizaron como filamentos, unas tiras de papel carbonizado, las cuales no duraban mucho. En 1913 el estadounidense Irving Langmuir metio dentro de las bombillas nitrógeno y argón para hacer más lenta la evaporación. En 1934 se empezó a utilizar el filamento doblemente enrollado que dio origen a las bombillas actuales de las cuales existen muchisimos modelos y formas.
RADAR (1931) Guillermo Marconi dijo en 1922 que se podrían detectar buques cuando hay mala visibilidad. Esta idea fue desarrollada en 1931 construyendo un equipo para enviar impulsos de radio detectores de barcos. El primer radar se instaló en Normandia, en un barco francés, para localizar la presencia de icebergs.
GRABADORA (1935) En 1935 las empresas AEG Telefunken y la I.G. Farben construyeron una banda plástica cubierta de una película magnética. La grabadora tuvo sus orígenes en el magnetófono, y se empezó a usar en Alemania. Después de la Segunda Guerra Mundial se extendio por europa y america perfeccionando estos aparatos convirtiendolos en grabadoras comerciales.
CALEFACCION (1937) En 1937, en Estados Unidos, se inició la venta de calentadores de aire, dando aire a una resistencia electrica caliente. Despues el sistema se aplico en un circuito de agua cerrado la cual circulaba interiormente aplicando calor en un punto (caldera) bien sea con gas, leña, electricidad, carbon, etc...De enorme utilidad en los países en donde las temperaturas bajan a grados extremos, la calefacción ha pasado por varias etapas desde su creación.
BOLIGRAFO (1940) El boligrafo moderno, práctico, desechable y de poco costo, fue inventado en 1940, por el húngaro Ladislao Josef Biro y el químico Georg Biro, ante la necesidad de crear un bolígrafo eficiente, ya que existían las plumas estilográficas que aparecieron en el siglo XIX, pero que su tinta tendía a espesarse.Los materiales con que son fabricados los boligrafos van desde el plástico hasta el oro.
MICROONDAS (1945) El 8 de octubre de 1945 el norteamericano Percy Le Baron Spencer, patentó un aparato que se convertiría en el horno de microondas. La empresa Raytheon desarrolló un programa de aplicación en cocinas del microondas, del que resultó un aparato para la cocción, el Radarange, que era grande y pesado, y que se uso en hospitales y comedores militares. En 1967 se empezaron a fabricar los primeros hornos de uso doméstico.
VIDEOCASSETTE (1951) La primera grabación en video se realizó en 1951, años después la firma RCA construyó el magnetoscopio. En 1956 la empresa 3M Scotch vendio la primera banda de video. Finalmente surgieron los formatos de video para el público. En 1975 la empresa Sony lanzó al mercado el Beta-max, después la enpresa JVC dio a conocer el VHS.
SATELITE ARTIFICIAL (1957)
La ex Unión Soviética en 1957, lanzó con un cohete el primer satélite artificial, Sputnik 1.
Estados unidos no tardo en enviar el suyo hoy dia hay cientos orbitando la tierra para diferentes fines; meteorologicos, militares, para telefonia, television, observacion, etc...
TREN ALTA VELOCIDAD(1974) Cuando en 1974 se inauguró en Japón la línea del Nuevo Tokaido, sus trenes que alcanzaban una velocidad de 200 kilómetros por hora, se convirtieron en los más rápidos del mundo. En 1970 Francia empezó a desarrollar un nuevo proyecto de un tren con capacidad de alcanzar los 370 kilómetros por hora. En 1971 se empezaron a fabricar trenes de sustentación magnética, que impusieron el récord mundial de velocidad al alcanzar los 412.6 kilómetros por hora.
ORDENADOR
En el mes de febrero de 1946 quedaba concluida la construcción del ENIAC, el que se considera el primer ordenador electrónico de la historia.Con un corazón de válvulas, el ENIAC efectuaba en un segundo 5.000 sumas y 300multiplicaciones. A partir de él, la evolución de las calculadoras electrónicas adquirió un ritmo cada vez más acelerado. Miniaturización de componentes. La velocidad de los grandes ordenadores científicos se duplica cada dos años y unsuperordenador actual es siete millones de veces más rápido que el ENIAC.
DISCOS COMPACTOS (1979) A los discos de goma laca les siguieron los LP?s. Un gran avance en este terreno se dio en 1979, cuando las empresas Philips y Sony desarrollaron discos compactos. El reciente digital Versalite Disc probablemente sustituya al CD. El DVD comprende diferentes modelos acordes a sus necesidades específicas de audio, video, ROM. RAM.
FAX (1980) A principios de este siglo el alemán Arthur Korn tuvo la idea que sirvió de base para el desarrollo del fax, pero fue hasta 1980 cuando este aparato se fabricó. Korn ideó un proceso llamado telefotografía, mediante el cual una imagen o una página podían ser captados por una señal enviada a través de un cable. Hacia 1980 las compañías RCA, Sharp y Xerox se dieron a la tarea de perfeccionar el fax, aparato que ha simplificado el trabajo de empresas.
CORAZON ARTIFICIAL (1982) En 1982 al dentista jubilado, Barney Clark, se le implantó, en vez de corazón, un órgano mecánico hecho de plástico y metal, que fue conocido como Jarvik-7, nombrado así en honor a su inventor, Robert Jarvik.
TELEFONO MOVILES (1983) El concepto de una red de radio celular se inventó en 1947 en los laboratorios Bell, pero fue en 1983 cuando se fabricaron los primeros equipos. En nuestros días la tecnología inalámbrica y la miniaturización han abierto un nuevo camino para los teléfonos moviles al posibilitar la comunicación entre dos lugares distantes de la tierra en forma rápida y accesible.



martes, 6 de octubre de 2009

INVENTOS DEL SIGLO XIX

El inicio de este siglo vería aparecer la obra "Nuevo sistema de filosofía química", en la que el físico y químico inglés John Dalton (1766 – 1844) expondría su teoría atómica. Si bien todo el desarrollo de la Química del XIX está marcado por las geniales hipótesis que presidieron esta teoría, hoy conocemos a Dalton también por la anomalía visual que padeció: el daltonismo, y por la "ley de Dalton de las presiones parciales" para las mezclas de gases.
Al postular la existencia de los átomos como partículas indivisibles en las reacciones químicas y atribuir a la masa atómica las diferencias observadas en las propiedades de los elementos se

advierte el eco de la mecánica de Newton también en la primera teoría moderna de la Química. A partir de este momento, las diferencias observadas en las propiedades de los elementos se pretenden relacionar con el peso atómico.
Nacen las ideas atomistas en el campo de la reflexión filosófica de los griegos. Renacen en el siglo XVII con la hipótesis mecanicista de Descartes, cristalizan en el XIX en el ámbito de la Química con los postulados de Dalton para explicar las reacciones entre las sustancias, y penetran ya en las postrimerías de este siglo en el universo de la Física.


Sir Humphry Davy (1788 –1829), quien llegara a presidir en 1820 la Sociedad Real londinense, archiva entre sus notables hallazgos el descubrimiento entre 1807 y 1808, de los metales activos sodio, potasio, calcio, bario, y estroncio. Cinco elementos fueron los descubiertos en siglos por la Alquimia Medieval y ahora Davy logra la proeza de descubrir un igual número en sólo dos años. Para lograr esto Davy contó con la invención de la pila eléctrica de Volta.
De igual manera los estudios de los neumáticos del siglo XVIII, condicionaron el descubrimiento por Davy de las propiedades

hilarantes y anestésicas del monóxido de nitrógeno. Fue el odontólogo estadounidense Horace Wells (1815 –1848) quien aplica este hallazgo para inaugurar la época de los anestésicos al emplearlo en la extracción de las piezas dentales.




El "olvido" de las importantes hipótesis contenidas en los trabajos de Amadeo Avogadro (1776 - 1856) publicados en la segunda década del XIX, constituye un ejemplo elocuente de la presión que puede ejercer la autoridad de determinadas personalidades sobre la comunidad científica.
Avogadro comprende que Dalton había confundido los conceptos de átomos y moléculas y describe con claridad la distinción entre ellos en artículo publicado en el Journal de Physique.

Las sustancias elementales de hidrógeno y oxígeno son en realidad moléculas conteniendo dos átomos cada una. Así dos moléculas de hidrógeno pueden combinarse con una molécula de oxígeno para producir dos moléculas de agua.
Avogadro sugirió también que volúmenes iguales de cualquier gas a la misma temperatura y presión contienen el mismo número de moléculas, postulado que pasa a la Historia como "Ley de Avogadro".


La combinación de la noción de molécula y esta hipótesis explicaba perfectamente la ley de los volúmenes de combinación encontrada experimentalmente en 1809 por Louis Joseph Gay-Lussac (1778 -1850). Sin embargo sus ideas eran rechazadas (por razones diferentes) por Dalton y Berzelius y no fue hasta el Congreso de Karlsruhe, ya desaparecido Avogadro, que Cannizaro demuestra la importancia de sus conceptos para obtener no sólo las masas moleculares, sino también indirectamente las masas atómicas.


Entre los primeros intentos por edificar una teoría para explicar el enlace entre los átomos se destaca la teoría electroquímica creada por el químico sueco Jöns J. Berzelius (1779 – 1844) en momento tan temprano como el 1810. Su original hipótesis considera que cada átomo tiene dos polos de signos contrarios, pero predomina uno. Así clasificaba a los elementos como electropositivos o electronegativos según predominara el polo positivo o negativo del átomo. Siguiendo su línea de pensamiento la fuerza atractiva entre los átomos enlazados era un resultado de la atracción entre los polos predominantes de cada átomo.

El período de vida de tal teoría, a pesar de sus sugerentes bases, fue relativamente fugaz al no poder explicar la existencia de las agrupaciones atómicas (moléculas) estables constituidas por átomos de igual naturaleza (concebidas por Avogadro) y por tanto de la misma predominante polaridad. Berzelius descubrió 4 elementos químicos, el Ce, Se , Si y Th, fue uno de los fundadores de la notación moderna de las fórmulas químicas, introdujo nuevos conceptos al descifrar fenómenos desconocidos y no es exagerado afirmar que fue uno de los padres de la Química Moderna.



Michael Faraday (1791 – 1877) es considerado un paradigma de experimentador, y lo clasifican, hecho ya no común en el siglo XIX, como físico y como químico. Y es que este hijo de herrero, y por feliz casualidad encuadernador de libros, hizo aportes relevantes para ambas ciencias. Pero el descubrimiento que lo inmortaliza es la llamada ley de Inducción Magnética, fundamento para la construcción de los generadores de electricidad, de los transformadores, y de los frenos magnéticos.
No es exagerado decir que la lluvia de artefactos eléctricos que se inventan en la segunda mitad del siglo XIX tienen en la obra de Faraday su principal aliento. En 1834 Faraday publica sus trabajos sobre electrólisis que resumen sus leyes cuantitativas y sitúan sobre el tapete la profunda relación entre enlace químico y electricidad. Siete años más tarde con apenas 50 años comienza a padecer de una rara enfermedad neurológica que le produce una pérdida progresiva d la memoria y lo conduce a una vejez larga y difícil.


En la década del 30 el químico y meteorólogo británico John Frederic Daniell (1790 - 1845) se sintió profundamente interesado en los trabajos de su amigo Faraday y giró el centro de su actividad hacia la Electroquímica. Los experimentos de Daniell por mejorar la batería de Volta con sus problemas de dar una inestable y débil fuente de corriente datan de 1835. Un año después el inventó una celda primaria en la cual el dihidrógeno fue eliminado en la generación de electricidad y por tanto había resuelto el problema de la polarización. Hacia fines de esta década la pila de Daniel era usada para alimentar de energía los nacientes sistemas telegráficos de Gran Bretaña y los Estados Unidos.

La primera pila secundaria o acumulador es inventada en 1859 por el físico francés Gastón Planté (1834 - 1889). Este invento puede ser considerado una de las grandes contribuciones de la química al desarrollo de los móviles terrestres. Cuando entre 1885 y 1887 los ingenieros alemanes Karl Benz (1844-1929) y Gottlieb Daimler (1834-1900) fabricaron los primeros automóviles de gasolina eficaces, al acoplar un motor de combustión a un vehículo, disponían ya de los acumuladores para generar la corriente eléctrica necesaria.


Hacia mediados de siglo el físico alemán Gustav Kirchoff (1824 - 1887) y el químico Robert Bunsen (1811-1899) descubren que cada elemento cuando se calienta hasta el estado incandescente emite una luz de color característico. Cuando esta luz emitida es separada en sus componentes por un prisma cada elemento origina un patrón único. Esto hizo posible el nacimiento del análisis espectroscópico para identificar la composición química de las sustancias. Mediante el análisis espectroscópico en 1860 Bunsen y Kirchoff descubrieron 2 metales del grupo IA de la Tabla Periódica: el cesio y el rubidio. Sus propios nombres acusan los colores de las líneas de sus espectros (azul, el primero; rojo, el segundo).

La superficie fotosensible del cátodo de las células fotoeléctricas se recubren con estos metales por la facilidad con que emiten electrones por la excitación con la radiación del visible. Pero más lejos aún llegaron con el descubrimiento de que los gases de los elementos absorbían luz de longitudes de onda específicas. Esto arrojaba luz sobre las misteriosas líneas oscuras (líneas de Franhoufer) del espectro solar y significó el descubrimiento de un método para identificar la composición química de remotos astros en el firmamento estelar.



El 3 de septiembre de 1860 fue un día memorable en el desarrollo de la Química: se inauguraba un congreso con la participación de 140 químicos de diferentes países europeos. La convocatoria había partido de París y era rubricada por Kekulé, Wurtz y Weltzien. En su primer párrafo se escribe: "el gran desarrollo que ha tenido la Química en años recientes y las diferencias en las opiniones teóricas que han emergido hacen necesario un Congreso cuyo objetivo sea la discusión de importantes cuestiones que contribuyan al futuro progreso de la ciencia..."

A tres días se extendieron los debates en la ciudad de Karlsruhe sobre los conceptos de átomos, molécula y equivalente y, a falta de consenso, ¡sometidos a votación!
El papel esclarecedor de las ideas defendidas por el italiano Stanislao Cannizaro (1826 -1910) fue reconocido por las autoridades más competentes de la época.
Cannizaro, que obtuvo su primera formación en Palermo, a los 21 años participó en la rebelión de Sicilia y después de su aplastamiento emigró a Francia. Más tarde, en el propio 1860 se une a Garibaldi.



Un cambio de paradigma en el estudio sistemático de las propiedades de los elementos químicos fue dado por el descubrimiento de la Ley Periódica de los elementos químicos. En 1869, el químico ruso Dimitri Mendeleiev (1834 – 1907) defendió la tesis de que una variación regular en las propiedades de los elementos químicos se podía observar si estos se ordenaban en un orden creciente de los pesos atómicos.
La edificación de la tabla periódica de Mendeleiev no solo dio lugar a la clasificación de los elementos químicos en familias o

grupos sino que posibilitó la predicción de la existencia de elementos químicos aún no descubiertos y de las propiedades que estos debían exhibir. La sorprendente correspondencia entre estas predicciones y los descubrimientos de nuevos elementos que se producirían en los años subsiguientes demostró la validez de la ley periódica.
Por estas aportaciones Mendeleiev es muy recordado pero es menos reconocido por su postura antizarista que lo lleva ya con 56 años a la renuncia a su cargo de catedrático universitario.



La página en construcción acerca del enlace químico tiene en la segunda mitad del siglo una importante actividad a partir de los trabajos de quien fue a la Universidad de Giessen a titularse de arquitecto y terminó, cautivado por Justus von Liebig (1803 – 1873), en arquitecto de las moléculas orgánicas, el químico alemán de descendencia checa August Kekulé von Stradonitz (1829-1896). A su laboratorio arribó en 1862 el profesor de Química de la Universidad de Kazán Alexander Mikhailovich Butlerov (1828-1886) con sus ideas acerca de la orientación tetraédrica de los enlaces de los átomos de carbono.



Una década después el químico holandés Jacobus Henricus van't Hoff (1852–1911) trabajó en Bonn con Kekulé durante un año y se informó del repertorio de nociones que sobre el enlace habían desarrollado de manera independiente su tutor y Butlerov. En 1873 van't Hoff se trasladó a París a trabajar en el laboratorio de Charles Adolphe Wurtz (1817-1884), entonces decano de la Facultad de Medicina de la universidad parisina y allí se dio cuenta de que la actividad óptica observada por determinadas sustancias orgánicas podía ser explicada en términos de la orientación tetraédrica de las valencias del carbono. Van't Hoff fue el primer químico laureado con el Premio Nobel en 1901.

Otro graduado que trabajaba en el laboratorio de Wurtz el francés Joseph Achille Le Bel (1847 - 1930), de forma independiente arribó a la misma explicación de la actividad óptica. Un importante paso se había dado en el camino de aceptar la posibilidad de penetrar en la estructura de las moléculas para explicar sus propiedades sobre la base de reflejar no una estructura hipotética sino una estructura con realidad física. Había nacido la Estereoquímica.



Adolf von Baeyer (1835 - 1917) inicia sus estudios de Química en la plaza de Heidelberg donde es asistente en los laboratorios de Bunsen y más tarde en el laboratorio de Kekulé. En 1866 es propuesto por A.W. Hofmann para profesor de la Universidad de Berlín en donde inicia sus investigaciones sobre los colorantes que lo conducen a la fama. A la muerte de von Liebig en 1873 se hace cargo de su cátedra en Munich y allí desarrolla la teoría de las tensiones para los compuestos cíclicos que constituyó un importante eslabón en la teoría estructural.

A diferencia de Kekulé que a menudo defendía las opiniones preconcebidas von Baeyer solía afirmar: "Nunca conduzco un experimento para probar que estoy en lo cierto, sino para ver como se comporta el material bajo estudio".





En los últimos años del siglo, el esfuerzo de dos científicos británicos produjo el descubrimiento de un nuevo tipo de elemento que se había mantenido oculto a la búsqueda de los químicos. Dos razones explicaban este hecho: formaban parte de la atmósfera del planeta en muy baja proporción y mostraban una inactividad química que les impedía aparecer en forma combinada en la naturaleza.
Los gases nobles aparecieron en escena gracias a los trabajos del físico John William Strutt Rayleigh (1842-1919), y el químico Willliam Ramsay (1852-1916) cuando descubren que un gas inerte de masa atómica 40 constituye el 0,93% de la atmósfera.
En 1894 se produce el anuncio del nuevo elemento que no encaja en los grupos de la Tabla Periódica de la época y que recibe el nombre de Argón (del griego: argos, inactivo). Cuatro años después los trabajos de Ramsay acusan la existencia de otros tres gases inertes: neón, criptón y xenón.





En 1898, dos años después del descubrimiento del físico francés Antoine H. Becquerel (1852 – 1908) sobre la radiación emitida por sales de uranio, Marie Sklodowska (1867 – 1934) y Pierre Curie (1859 – 1906), al analizar ciertos minerales uránicos descubrieron un metal vecino del Bismuto en la Tabla Periódica al cual llamaron, en honor al país natal de Marie, Polonio. Poco después obtuvieron señales de la existencia de otro elemento de elevada radiactividad, similar al Bario, para el cual propusieron el nombre de Radio (del griego radius que significa rayo).
Durante los primeros tiempos sus investigaciones se desarrollaron en instalaciones precarias que exigieron de titánicos esfuerzos pero años más tarde el Laboratorio Curie se convirtió en un modelo de institución científica moderna que actuaba como centro de una red estrechamente vinculada con la industria y la medicina.


En 1899, en carrera con el término del siglo, uno de los asistentes de los Curie, André L. Debierne (1875 – 1949) descubrió otro elemento radiactivo: el Actinio. El Actinio es un metal que acompaña al uranio en todos sus minerales en una bajísima proporción lo que explica se descubriera más de un siglo después del uranio. A los elementos de núcleos inestables le correspondería jugar un papel sin precedentes en la historia del hombre: el dominio de la llamada energía nuclear.
A las puertas del siglo XIX eran conocidos 35 elementos químicos, al concluir el siglo la Tabla se había cuajado, y más de
35 nuevos elementos se habían descubierto. Un siglo de actividad científica había superado más de seis milenios de práctica humana.



Eleuthere I. Dupont de Nemours (1771 - 1834) estudió Química en París bajo la dirección Antoine de Lavoisier, quién había dirigido los trabajos para la fabricación de la pólvora en Francia. Convertido en un experto en esta materia se ve obligado a emigrar con su familia a los Estados Unidos hacia principios del siglo XIX. Es entonces que patenta una pólvora con índices de calidad superior a la pólvora francesa, patrón de excelencia en la época, y levanta una fábrica para producirla en Wilmington, Delaware. Se ha llegado a afirmar que el producto de la Fábrica Dupont fue una pieza clave en las guerras para la conquista del oeste americano y la expansión de su territorio.
Lo cierto es que la Compañía Dupont de Nemours se convirtió en la Empresa química mayor del mundo del siglo XX, cuando asumió el liderazgo de la investigación en campo de las fibras artificiales y otros materiales plásticos. Al cierre del siglo XX las fabulosas ventas de la Dupont rozaban los 50 mil millones de dólares y en el 2002 se ubicaba entre las 10 empresas de más alta cotización en la Bolsa de Nueva York.



El uso del acero, del cemento y del vidrio en la construcción es considerado uno de los hitos en el proceso de la Segunda Revolución industrial. Fue el químico británico Joseph Aspdin (1778 – 1855) quien patentó en 1824 “la piedra artificial” que iniciaría una nueva época en la construcción. En las décadas siguientes los hijos de Aspdin (primero el mayor James y más tarde el menor William) se encargaron de mejorar el proceso industrial para la producción del cemento de Portland,
bautizado así por la semejanza en las propiedades con una piedra encontrada en la isla de Portland. El proceso exigía un alto consumo energético al consistir básicamente en el calentamiento de una mezcla de la caliza con arcillas y el producto resultante (clinquer) triturarse hasta polvo. Los hornos rotatorios aparecerían en escena hacia 1880.


La impresión fotoquímica de la imagen exigió el concurso de los avances de la Química, la Óptica y la Mecánica.
En 1802 Thomas Wedgwood (1771 - 1805) presentó una comunicación a la Royal Society en la cual anuncia la invención de un procedimiento para copiar pinturas sobre el vidrio por la acción de la luz sobre el nitrato de plata. Por lo visto, su breve vida no le alcanzó para desarrollar sus primeros "fotogramas" que no lograban la fijación permanente de las imágenes.



A los 61 años, el químico e innovador francés Joseph Nicéphore Niépce (1765-1833) en la París de la tercera década del XIX, expone una placa de estaño recubierta con un betún (derivado del asfalto) durante unas ocho horas en la cámara obscura enfocada hacia el patio de su casa. Así obtiene la imagen que es considerada como la primera fotografía obtenida. Este proceso fue bautizado por Niépce como Heliografía o "grabado con la luz solar".

Desde otro frente francés, Louis Jacques Mandé Daguerre (1787-1851) fijaba la imagen mediante largas exposiciones, en la cámara obscura, con placas de cobre recubiertas con plata pulida y sensibilizadas con vapor de yodo hasta que la imagen aparecía en ellas.
Dos años después de la muerte de Niépce, Daguerre logra solucionar el principal problema del Daguerrotipo: el prolongado tiempo de exposición.

Se discute si el descubrimiento de la imagen latente y posterior revelado es obra de Daguerre o del científico británico William Henry Fox Talbot (1800 - 1887), pero se conoce que fue Talbot el primero en emplear como sustancia fotosensible el yoduro de plata, como revelador el ácido gálico y como fijador el tiosulfato sódico. El calotipo, que así le llamó a su técnica, fue reemplazado a los pocos años por otros procedimientos, pero sentó las bases de la fotografía moderna y produjo la más decisiva revolución en el dominio de la imagen: el negativo.
1844 fue un año que marcó un viraje: se publicó el primer libro ilustrado con fotografías, "The pencil of Nature".


La alianza de la ciencia con la técnica en este siglo adquiere diferentes manifestaciones. En el nacimiento de la fotografía apreciamos que hombres de ciencia han catalizado los avances de la técnica y sentado las bases para su perfeccionamiento.
Mientras el químico y astrónomo británico John William Herschel (1792 - 1871), publica ya en 1819 estudios sobre la impresión fotoquímica de las imágenes y durante los siguientes 20 años establece las bases científicas y muchos de los términos de la fotografía, descubre la acción del tiosulfato de sodio sobre las sales de plata y brinda valiosa privada a Fox Talbot, en París el profesor y
eminente físico François Arago (1786-1853) fertiliza los trabajos de Daguerre al presentar personalmente sus resultados en la Academia de Ciencias y allana el camino para que el propio inventor presente en 1839 los aspectos técnicos de su descubrimiento frente a la Cámara de Diputados de la capital francesa.

Las invenciones en los procedimientos de impresión y en las máquinas productoras del papel, condicionaron la apertura de un nuevo mercado, el mercado de la información cotidiana. Tanto en los Estados Unidos como en los centros industrializados de Europa la edición de los periódicos y revistas crecía exponencialmente, se asistía al nacimiento del tercer poder. Esto demandaba las innovaciones en los procesos químicos para obtener la pulpa de celulosa a partir de la madera.
En este empeño de describir un procedimiento para separar la lignina y otros materiales resinosos de la celulosa sobresalió la invención en 1866 del químico estadounidense Benjamin Chew Tilghman (1821 - 1935) cuando investigó la acción del ácido sulfuroso en el reblandecimiento y la desfibración de la madera para producir una pulpa de celulosa “sulfitada” adecuada para la fabricación del papel. Durante la década de 1870 el proceso de sulfitación para la pulpa de madera fue objeto de trabajo experimental en Suecia, Inglaterra, Alemania y Austria. Pocos años después fueron salvados los obstáculos tecnológicos y este proceso fue la vía comercial para la producción de pulpa de madera.



Cuando a mediados de siglo, el famoso químico alemán August W. Hofmann (1818 -1892) fuera invitado a Inglaterra para fundar la primera Escuela Superior de Química británica en donde ejerciera como director durante casi 20 años, nadie podía imaginar que tres años más tarde, en el verano de 1856, un discípulo de 18 años William H. Perkin (1838 – 1907), obtuviera la primera patente por la fabricación de un colorante sintético. Sus trabajos en el aislamiento del benceno y la anilina a partir del alquitrán de hulla, y los métodos de síntesis que desarrolló fueron los principales antecedentes de la inauguración de la era de los tintes artificiales.


El colorante fue el resultado del tratamiento de la anilina con un oxidante enérgico (la anilina había sido aislada por Hofmann en el alquitrán de hulla) cuando Perkin se encontraba intentando obtener por vía sintética la quinina. Se abriría un nuevo capítulo, iniciado más de un milenio atrás por los antiguos fenicios, la producción de colorantes y tintes sintéticos que superaban a los naturales por sus propiedades y costos. Al invento de la maveuína, Perkin sumó el de la cumarina, que inició el desarrollo de la industria de los perfumes. Junto a su padre y hermano fundó en el ambiente industrial londinense la primera fábrica de tintes y colorantes.
La síntesis de nuevos colorantes tuvo un notable impacto también en el desarrollo de la histología y la bacteriología al poder penetrar en la observación de la estructura de las células.

Hace dos mil años que los judíos extraían del añil procedente de la antigua India, un colorante azul: el índigo o añil. El índigo ocupa por su belleza y estabilidad, uno de los primeros lugares entre los colorantes. Correspondió al químico alemán Adolf von Baeyer (1835-1917) el descubrimiento de la ruta sintética total para obtener el índigo.
Baeyer inició sus estudios de Química en la plaza de Heidelberg, en los laboratorios de Bunsen y más tarde en el laboratorio de Kekulé. En 1866 es propuesto por A.W. Hofmann para profesor de la Universidad de Berlín donde inicia sus investigaciones sobre los colorantes que lo conducen a la fama. En 1897, la empresa alemana Badische Anilin- & Soda-Fabrik AG (BASF), logra su producción comercial. En 1905 recibe el Premio Nobel de Química. Tres de sus discípulos fueron galardonados con este Premio: E. Fischer, E Buchner y R. Willstatter.

Más espectacular que la fabricación del primer colorante sintético resultó la invención de la primera materia plástica del mundo. Impulsado por el interés de hacerse de la recompensa ofrecida para quien describiera la forma de fabricar un material que sustituyera el marfil en la producción de bolas de billar el joven John Hyatt (1837 –1920) con solo 18 años y sin ninguna preparación en Química logra en 1865 producir, mediante el tratamiento con calor y presión de una mezcla de nitrocelulosa (sustancia explosiva), alcanfor y alcohol, el celuloide. Cinco años más tarde John y su hermano Isaías (1835-1895) inauguran en Nueva York la primera fábrica de celuloide del mundo.
Nacían los objetos plásticos y traían, junto a las propiedades atractivas de estas sustancias, un imperdonable defecto: la vida oculta de la nitrocelulosa le hacía ser inflamable e incluso podía estallar. Mejorar las propiedades de estos materiales parecía una tarea del orden del día, pues entre otros objetivos de la época se imponía la obtención de nuevos materiales para grabar imágenes y sonidos.



En 1840 el químico Charles Nelson Goodyear (1800- 1860) presentó en la oficina de patentes de los Estados Unidos el método para transformar el caucho natural en un material gomoso de propiedades permanentes en un amplio intervalo de temperaturas. La vulcanización (nombre dado en honor al Dios Vulcano del fuego romano) del caucho se convirtió en uno de los procesos más importantes para el desarrollo posterior de la industria automotriz.
La rueda conocería con el invento de Goodyear una nueva era. Agobiado sin embargo por los litigios judiciales en que se viera envuelto la muerte le sorprende sin llegar a acopiar fortuna.
38 años después de su desaparición se funda la empresa Goodyear Tire & Rubber Company en Akron Ohio, que llevó a las gomas Goodyear a rodar por el suelo lunar.

El dominio de la producción del fuego tuvo su capítulo histórico en la fabricación de los fósforos de fricción. La humanidad debe principalmente a los suecos este logro. Scheele había descubierto en 1777 el proceso para la producción del fósforo a partir de huesos y arena. Ya en el siglo XIX otros inventores habían formulado sus propuestas a partir de la variedad alotrópica del fósforo conocida como fósforo blanco, que entre otras limitaciones prácticas es muy tóxica.
Afortunadamente en 1844 el químico sueco Gustav E. Pasch introduce el empleo de la variedad del fósforo rojo y propone separar los componentes químicos que provocan la llama, unos en la cabeza de la cerilla y otros en un lado de la caja que porta los fósforos. Casi una década después se reporta en 1855 la patente industrial del también sueco Johan Edvard Lundstrom (1815- 1888) que según las ideas de Pasch permiten la fabricación de una cerilla que logra una manera fácil y segura de producir la preciada llama. La ciudad sueca de Jonkoping serviría de escenario histórico para el despegue de la fabricación industrial de los fósforos de seguridad.


Mientras el hierro había sido trabajado por el hombre durante miles de años, el aluminio por primera vez era obtenido en cierta cantidad en 1860. La producción del aluminio había concitado la atención de Davy, Oersted (el científico danés considerado unos de los padres del electromagnetismo), Wohler y el químico francés Henri Sainte-Claire Déville(1818-1881). Sólo este último en 1860 había logrado la obtención de lingotes de aluminio por un procedimiento reductivo que exigía grandes cantidades de sodio metálico.


Fueron dos jóvenes, el estadounidense Charles Martin Hall (1863 -1914) y al otro lado del Atlántico el francés Paul Héroult (1863 -1914), quienes inventaron el método de producir masivamente el aluminio mediante la electrólisis de la mezcla fundida de la bauxita con la criolita.
Corría el año 1886 cuando un nuevo metal con propiedades muy atractivas, inauguraba una nueva era de la tecnología. Desde entonces la celda electrolítica empleada en las plantas de aluminio se llaman celdas de Hall-Héroult. Un largo litigio por la patente, como resultó frecuente en los inventos de la época, se vio en esta ocasión coronado por un acuerdo de las partes. No es tan conocida la contribución de la hermana de Charles, la química Julia Brainerd Hall al descubrimiento de la técnica electrolítica para la producción comercial del aluminio. (En la imagen, de izquierda a derecha: Julia, Heroult y Hall)


La investigación de los explosivos nacía aliada a fines bélicos desde que en la guerra de Crimea 1853 – 1856, el sueco Emanuel Nóbel propusiera a los rusos el empleo de las minas marítimas, con la utilización del algodón pólvora inventado por el químico alemán Friedrich Schonbein (1799 – 1868) en 1846. Este minado impediría, ante la sorpresa del Almirantazgo inglés, el acceso de la flota hasta Petrogrado.


En esta dirección de productos explosivos se inscribe un compuesto de propiedades asombrosas: la nitroglicerina. Descubierta en 1847 por el químico italiano Ascanio Sobrero (1812 - 1888) en esta sustancia se combinan propiedades terapéuticas y explosivas. Como explosivo la nitroglicerina era sorprendente pues no había que encenderla para que explotara sino que estallaba sólo por percusión. Precisamente por eso la cara de Sobrero quedó gravemente cicatrizada luego de un accidente sufrido durante sus investigaciones la década de los 40. Respecto a su descubrimiento sentenció: "cuando pienso en todas las víctimas de las explosiones de la nitroglicerina, y el estrago terrible que ha sido causado, que con toda probabilidad continuará ocurriendo en el futuro, me siento casi avergonzado de admitir haber sido su descubridor."
En 1879, William Murrel (1853 - 1912) proponía el uso sublingual de la nitroglicerina para el tratamiento de la insuficiencia coronaria.


Correspondió al hijo de Emauel, el químico sueco Alfred Nóbel (1833 –1896) inaugurar la producción de una nueva generación de explosivos nitrados orgánicos. Durante su estancia en viaje de estudios en París conoció en 1850 a Sobrero. Trece años más tarde patentó una mezcla de nitroglicerina y pólvora negra muy superior en potencia a cualquiera de las modificaciones europeas de la pólvora china.
Sin embargo el aceite explosivo, como lo nombró su inventor, adolecía de un punto débil para su aplicación. Un golpe involuntario podía provocar una explosión inesperada.
Tres años después y mediando un casual derrame del aceite explosivo sobre la arcilla, fabricó un explosivo sólido constituido por una mezcla de nitroglicerina, arcilla y sosa calcinada, nacía la dinamita.
Esta no solo superaba al aceite explosivo en potencia sino también en la obediencia a explotar. A los 12 años de su primera invención, se preguntó cómo se modificaría la nitroglicerina al mezclarse con colodión y en efecto obtuvo una gelatina explosiva más potente que la dinamita y al mismo tiempo más estable.

Las investigaciones de Nobel condujeron a frecuentes accidentes, una de ellas le costó la vida a su hermano menor Ernst. Sin embargo, por azares del destino, Alfred Nobel aplazó el fin de su vida, disolviendo debajo de la lengua, grageas de la nitroglicerina dulzona. La misma nitroglicerina responsable de la muerte de muchos en los campos de batalla y que permitió al hombre abrir pasos, túneles y yacimientos.
Una gran parte del inmenso capital amasado por sus invenciones fue legado para la instauración de los célebres premios Nóbel, concedidos anualmente a lo largo del siglo XX a personalidades con aportaciones relevantes en los campos de la Física, la Química, la Fisiología o Medicina, la Literatura y la lucha por la paz. En su herencia deja constancia "es mi deseo expreso que en la concesión de los premios ganadores ninguna consideración tenga la nacionalidad de los candidatos...".

Uno de los primeros aldabonazos en la fabricación de fibras artificiales viene dado por los trabajos del químico francés conde Hilaire Bernigaud (1839 – 1924) quién entrenó bajo la dirección de Pasteur cuando este se encontraba estudiando las enfermedades que contraía el gusano de la seda. Esta problemática lo inclinó hacia la investigación de las vías para obtener fibras artificiales. Su primer logro fue obtenido hacia 1880 cuando obtiene fibras a partir de la celulosa tratada con una mezcla de ácido nítrico y sulfúrico. Chardonet no solo lo obtiene en el laboratorio sino que lo manufactura en 1889.
La capacidad mostrada por la nitrocelulosa así obtenida para formar fibras que reemplazaran a la seda se vio ensombrecida por la tendencia del material a explotar como lo hacía el algodón pólvora.
En el proceso para obtener “viscosa”, descubierto en 1892 por el químico inglés Charles Frederick Cross (1855- 1935) y su colaborador Edgard John Bevan (1856 – 1921), la celulosa es tratada con disulfuro de carbono, luego disuelta en sosa caústica, forzada a pasar por unos extrusores y endurecida la fibra en ácido sulfúrico. La mayoría del rayón producido hoy es fabricado por este método.



El químico industrial belga Ernest Solvay (1838 - 1922) junto a su hermano Alfred desarrollaron en 1863 un procedimiento para la fabricación industrial de la soda (el carbonato de sodio). Pero no fue hasta 10 años más tarde que patentaron un procedimiento exitoso que empleaba como materia prima la piedra caliza, la sal común y el amoníaco. Este último producto, el más caro, interviene en una etapa pero es reciclado en el proceso.
Este descubrimiento representó un aliento para la expansión de la industria química por la aplicación del carbonato de sodio en la industria del vino, vidrio, colorantes, textiles, alimentos y bebidas, entre otros.
Ya a principios del siglo XX la familia acaudalada Solvay adquiere la relevancia de auspiciar los "Congresos Solvay" que son considerados actos fundacionales de la Física Moderna.


En 1805, el químico farmacéutico alemán Friedrich Wilhelm Serturner (1743-1841) aisló y describió el alcaloide principal e ingrediente activo más poderoso del opio. Serturner lo bautizó con el nombre de morfina para evocar al dios griego de los sueños, Morfeo. Este suceso fue seguido por el descubrimiento de otros alcaloides del opio: la codeína en 1832 y la papaverina en 1848. A 50 años del descubrimiento de Serturner, comienzan a prescribirse estos alcaloides puros para calmar el dolor, la tos y la diarrea.

Los problemas de adicción provocados por el opio y la morfina pretendieron ser superados por una droga más potente como analgésico pero supuestamente no-adictiva. La heroína fue inicialmente usada como un antitusivo superior aplicable a los enfermos con la tuberculosis por entonces incurable para calmarle los ataques de dolor y de tos. Pronto pudo comprobarse que tanto por sus propiedades narcóticas como adictivas la heroína superaba a la morfina. La primera había nacido en los laboratorios de la empresa alemana Baeyer y, el mérito de haber logrado su síntesis, se atribuyó al joven químico Felix Hoffmann (1868 - 1946).
Las estadísticas mundiales del siglo próximo demostraban que la mayor tendencia a la adicción se observaba en las edades entre 18 y 29 años. Es decir en el intervalo en que los jóvenes deben cursar estudios superiores.

Los químicos aislaron y transformaron las sustancias opiáceas en su afán de encontrar sustancias biológicamente activas con propiedades curativas, pero la Historia se encargó de darle una trágica evolución al opio, la morfina y la heroína.
Las Guerras del Opio, desatadas por la defensa de la Corona Británica a “su libre” comercio, terminaron con la anexión de Honkong al Reino Unido y la luz verde para la expansión del comercio de esta droga.
Las preparaciones con morfina fueron aplicadas en el tratamiento pre- y post operatorio de los soldados heridos durante la Guerra de Secesión de los Estados Unidos, y esta práctica médica provocó los primeros casos de adicción masiva.
A lo largo del XX las drogas adictivas se han erigido en un flagelo para la humanidad. Hipócritamente los poderosos miran hacia el sur buscando las causas del mercado.

El siglo XIX se despide con el nacimiento de la industria farmacéutica. El paso lo había dado el consorcio alemán Baeyer y el fármaco que anuncia el firme despegue de esta industria lo fue la aspirina. Corría el 1897 cuando el químico alemán Félix Hoffmann, graduado de la Universidad de Munich en 1893, lograba en un plazo de dos semanas una muestra pura del ácido acetilsalicílico (ASA) y de una de las drogas más dañinas, la heroína.
Dos años después la Bayer distribuye entre los médicos la aspirina en polvo para que la prueben en los pacientes. Los resultados clínicos fueron muy notables. Convertida en la Empresa Baeyer - IG Farben Industrie un siglo después presenta un volumen de ventas que supera los 15 mil millones de dólares y entre las Empresas Químicas es sólo aventajada por la Dupont de Nemours (USA). Casi cincuenta años después, Arthur Eichengrun (1867 - 1949), supervisor a fines del XIX de la Baeyer, reclamaba el reconocimiento a su participación en este trascendental descubrimiento farmacéutico alegando, que las autoridades alemanas nazis lo desconocieron por su origen judío. Eichengrun, quién sufrió condena de reclusión en un campo de concentración fascista, murió poco después de haber escrito su histórica reclamación.


Fue el químico físico de origen letón Wilhelm Ostwald (1853-1932) el inventor del procedimiento para sintetizar el ácido nítrico por la oxidación del amoníaco en 1900. Se sentaban las bases para la producción masiva de los fertilizantes que exigía el crecimiento demográfico ya notable al finalizar el siglo. Desafortunadamente se asistía también a la materia prima para producir explosivos nitrados que fueron obtenidos por esta vía en las fábricas alemanas durante la Primera Guerra Mundial.
Pero fue la obra de Ostwald ante todo un magisterio para el desarrollo de la Química Física.
Entre sus discípulos se encontraron Arrhenius y Van't Hoff (ambos premios Nobel de Química) y su obra "Manual para las mediciones físico - químicas", publicada en 1893 un clásico de esta disciplina.